miércoles, 19 de enero de 2011

EVOLUCIÓN MUTADA


Está claro que las personas, la mayoría de las veces, no somos conscientes de nuestra libertad. Quizá puede que nos demos cuenta cuando el enemigo público de la libertad, el condicionamiento o la dependencia, ataca ferozmente, tal y como un guepardo ataca a una gacela, mermando por completo las ansias de ésta por salir viva de la disputa, o más bien, de la depredación.

En realidad, todos quisiéramos ser guepardos, o en su defecto, nos conformaríamos con ser la brisa cálida que contempla la masacre, permaneciendo incólumes y totalmente indiferentes al acto.

La realidad contemporánea es bien distinta, pues en las condiciones en las que nos encontramos, cualquier día nos levantaremos, nos miraremos al espejo, y tendremos una flamante cara de gacela.

En efecto, somos pequeños seres, con cuerpos débiles, que debemos dar gracias continuamente por la vida que nos ha sido regalada, que debemos rendir culto a aquellos que nos proporcionan alimento, y debemos buscar la causa de nuestra razón de ser en seres superiores, con cuerpos fuertes y capaces de manejar los hilos de tus acciones, airando una potestad que ha sido "duramente" conseguida genéticamente.

Cuando a algunas personas nos hablan de la reencarnación, vemos la idea como algo totalmente absurdo y que se sale fuera de nuestro alcance, racional para algunos, y dogmático para otros; sin embargo, si seres como la gacela tuvieran uso de razón y pudiéramos hablarles de la reencarnación tomada como mutación del cuerpo y conservación del alma, sin lugar a dudas, se afiliarían a esa idea sin pensarlo dos veces.

Más allá de las creencias religiosas, la evolución no nos la puede negar nadie, y si a gran escala, hemos evolucionado de primates a seres civilizados, con un lenguaje propio y con la capacidad de hacer distinciones absurdamente jerárquicas entre nosotros, yo personalmente tengo la firme convicción de que a pequeña escala podemos evolucionar, y mucho, y no solo a nivel físico o mental; también tengo la absoluta certeza de que podemos mutar radicalmente, y tornarlo todo de tal manera que cambiemos los roles establecidos por jerarquía genética.

Pasará el tiempo, los guepardos nos devorarán mil y una veces, comeremos mierda después de revolcarnos en ella, seremos el último despojo de una vieja, aunque sólida cadena, pero...

Llegará el día en que las gacelas se vuelvan guepardos y los guepardos se vuelvan brisa cálida, incólume e indiferente a todo.

Lo que hagamos con las gacelas que nos encontremos, será un paso más en esta absurda evolución mutada.

2 comentarios:

  1. Actualmente somos gacelas, y si queremos, podemos elegir ser la brisa. En esta sociedad aspiramos tan solo a eso. Estamos atados de pies y manos ante nuestra demócrata libertad, de poder llegar a casa a la hora que queramos y la de poder exponer en un blog las ideas que se nos pasan por la cabeza. Pues bien, es un engaño.
    Quizás la elovución llegue a donde dices... aunque nosotros no asistamos para ver tales cambios voluntarios genéticos.

    ResponderEliminar
  2. Lo más probable es que esa evolución no se dé nunca, pero yo hago el llamamiento para ver si puede ser que la consigamos.

    ResponderEliminar